Érase una vez un niño al que le encantaba la fruta. Entonces un día su madre compró fruta y le dijo: - No te comas la fruta, que es para los invitados. El niño dijo: ¡Vale! Pero cuando su madre se fue de la casa, el niño se comió la fruta.
Cuando su madre llegó dijo: -¿Dónde está la fruta? - No sé, dijo el niño. Su madre sabía lo que pasaba, sabía que el niño se había comido la fruta. Entonces su madre le regañó y el niño no se volvió a comer esa fruta.
Lucía García
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